Madrid ha tenido que esperar dos años para que La Casa Azul pudiera aterrizar en la ciudad. Este fin de semana tocaba celebrar por todo lo alto su regreso. Lo hizo en Sala la Riviera con el cartel de “Sold Out” para sus dos fechas. Todo el mundo quería ver La Casa Azul, ni la lluvia pudo contener la masa de gente que hacía largas colas para poder entrar a la sala.
Lo que más me sorprende es ver llegar a personas de todas las edades (eso me fascina), algunos con camisetas del grupo, otros con globos y confeti…. Vamos, que se intuía que ahí dentro se iba a “liar bien parda”.
Mas de dos horas de concierto
Los dos conciertos fueron prácticamente de dos horas y cuarto. Empezó por todo lo alto con su nuevo sencillo “No hay futuro”, una bomba de relojería amenizada con fuego en los laterales del escenario que hizo estallar la euforia del público.
Sonaron éxitos como “El momento”, “Chicle cosmos”, “Los chicos hoy saltarán a la pista”, “Yo, también”, “Saturno”, “La fiesta universal” o “Ataraxia” entre otros grandes temas que hicieron llegar al éxtasis a la masa.
Las grandes sorpresas de la noche fueron sus dos invitadas especiales. Primero apareció la viguesa Dani Costas, con la canción “Si te vas”, una joven que se ha convertido en una fiel representación del pop “millenial”. Y más tarde vivimos un momento de pura fantasía con la llegada al escenario de Soleá Morente interpretando la canción “No pensar en ti” junto a Guille.
Un momento que me llamó mucho la atención fue cuando sonó “La Gran Esfera”. No es una canción que suene normalmente en los conciertos, pero cuando lo hace, siempre acabo viendo a gente del público súper emocionada llorando abrazados. Se nota que esta canción es muy especial para muchos de sus seguidores.
Conciertos llenos de momentos mágicos y sorpresas
Otro de los momentos más mágicos de la noche llegó con “‘La Revolución Sexual” y su “mash up” con “Rumore”, todo un homenaje a mi querida Raffaella Carrá bañado con una explosión de confeti rosa que cayó sobre el público elevando la emoción a nivel máximo.
Guille guardó sus clásicos hasta el final desatando así toda la emoción de los ahí presentes. “Nunca nadie pudo volar” fue el broche final para sus dos conciertos ante un público que no quería que se acabara. Creo que más de uno ejercitó músculos que no sospechaba que tenía de tanto bailar y nos hubiera ido genial tener unas alas para poder llegar a casa.
La verdad es que pocos artistas logran conectar de una manera tan profunda con su público como lo hace Guille. Después de tanto tiempo observándolos a través del visor de mi cámara, tengo muy claro que su equipo tiene algo que ver con eso, que hace florecer lo mejor de él. Sin duda estos fueron de los mejores conciertos de La Casa Azul que he visto.
Si queréis asistir a alguno de sus conciertos, tomad nota, aquí podéis encontrar toda la información.