Ayer, 1 de diciembre, tuve la suerte de asistir al concierto de fin de gira de Vetusta Morla en el WiZink Center de Madrid. Digo la suerte porqué verlos en directo siempre es un chute de energía, de esa que te recarga física y emocionalmente. Pucho siempre pide y desa que durante el concierto podamos ser un poco felices, olvidarnos de lo que pasa fuera, desconectar y disfrutar, y aunque ese sea uno de los principales objetivos (por supuesto no él único) del ocio y la cultura no siempre es fácil conseguirlo, pero lo que está claro es que si hay alguien que lo pone fácil para que así sea son Vetusta Morla.
Fue una noche mágica, llena de emociones, sorpresas y buena música. Vetusta Morla demostró una vez más por qué son una de las bandas más importantes del panorama musical español.
Uno de los momento más emotivo de la noche llegó cuando interpretaron «Copenhague», una de sus canciones más emblemáticas, junto a Leiva, quien se unió para celebrar este fin de gira junto a la orquesta folclórica Cable A Tierra: El Naán y Aliboria, añadiendo su discurso poético creado para la ocasión y sonido afroibérico ofreciendo contundencia, precisión y ritmo al ya imponente espectáculo visual y sonoro que ofrece Vetusta Morla.
Durante el concierto no faltaron los temas clásicos de éxito asegurado, aquellas canciones que son «canciones de vida» con las que has lidiado y llorado situaciones personales y aquellas que te han empujado hacia arriba en otras ocaisones, entremezcladas con las más recientes del último disco. Y si las emociones estaban a flor de piel, el final del concierto fue apoteósico, con una traca de canciones que dejaron al público sin aliento. «Baldosas amarillas», «cuarteles de invierno» y «Los Días Raros» fueron los temas elegidos para cerrar esta gira inolvidable. La banda agradeció el apoyo y el cariño del publico. Ahora, después de bailar «hasta el apagón» toca descansar y conectar el cable a Tierra.
Sin duda, fue un concierto para el recuerdo, que quedará grabado en nuestros ❤️.